Soy autóctona

 

Soy autóctona, qué le voy a hacer.

Reconozco la tierra de la que no formo parte

porque me pudre la raíz el sentirme invasora.


Sé que debo renovarme constantemente

no sobrevivo a cualquier conversación

ni al intento de condensación de los sentimientos.


Soy autóctona del terreno

que ofrece alabanza a los ciclos eternos,

que desprende de sus faldas absurdos complejos,

que se enzarza solo con la danza de su viento.


Y Lloro. Transparente y trasnochada ante las calles del Mundo.

A veces me desprendo de mí misma

y ruedo por el bosque con mi savia inservible.

Y Sangro. Vuelvo a sentirme fuerte y fértil

dentro del juego de la posibilidad.


Soy de aquel terreno que respeta 

la transformación de sus deshechos

que asienta los nidos que nacen la vida

los cuentos nuevos, los cantos viejos.


A veces, también, enmudezco.

Me vuelvo más fría que el invierno

acepto el barbecho más tiempo del que debo

y toco madera por si la suerte algún día 

quema todo aquello en lo que creo.


De mis verdades se caen con frecuencia los pétalos

y hay tres esporas de las que me alimento:

los principios no se negocian, 

los finales no se traspasan,

del desapego nacen frutos que -a la larga- 

siempre terminamos recogiendo.


Soy autóctona

y si a lo que vengo a ser me niego

caeré confusa, llena de nada, 

de lava y de rabia

al abismo de mi propio destierro.


Soy autóctona, suelo franco.

Deberías saberlo antes de pretender sembrar

al lado de mis errores tus aciertos.


Sí, tienen mucho peso los factores externos

pero, en definitiva, una flor autóctona

siempre renace a tiempo. 


Loredana Cacucciolo


Fotografía de José María Mulé

IG: myphonpixs

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¡A que está caendo!

Comino, albahaca y tomillo

Conversaciones en Panamá