¡A que está caendo!
Puedo empezar a escribirte sintiéndome poalleira, gotas de agua como partículas de polvo en el aire, como -poco a poco- caerán estas palabras en papel. Así, al igual que cuando el agua es babuña, me desliza gélida y suave una pregunta, desde hace ya bastante tiempo: chuvia, ¿por qué será que hay personas que te detestan en temporada? Siempre me pregunté qué hay de malo en que el cielo llore unos cuantos días seguidos, en por qué este precioso fenómeno gusta tan poco a tantas personas. ¿Será por la pérdida de esa falsa ilusión de control que genera en nuestras vidas?; me asombran las personas que todavía creen tenerlo; de hecho, esa forma de vivir se me parece a un fuscallo de invierno, esa niebla que, sin darte cuenta, te cala hasta los nervios. Será por el tráfico, los semáforos hablando solos, el sonido de los claxon retumbando en el estrés colectivo, las alcantarillas que, por veces, se rebelan y comparten sus olores con el resto de transeúntes. ¿Y si esta amargura irr...